Joaquín, luego de bailar alguna movida salsa o cumbia, y ya teniendo el panorama de las chicas que allí se mostraban, invitaba a alguna de ellas, en la que previamente había fijado su atención, a salir al exterior a tomar aire y conversar tranquilos con una copa en la mano, sin que nadie los moleste, la mayoría de las veces aceptaban, a veces por curiosidad de conocer a tan exótico personaje, lo que ellas no se imaginaban, era que apenas entraban en la primer sombra amistosa, como la llamaba Joaquín y que los resguardara de las miradas indiscretas, “ Elvis Joaquín” se transformaba en su admirador más efusivo y era la destinataria de los besos más atrevidos y caricias más impúdicas, con las que muchas de ellas, comenzaban sus tempranas experiencias amorosas.
Cuando la chica volvía al interior del salón, generalmente
sus amigas veían a esta, con su cara arrebolada de desconocidas sensaciones y
su ropa un tanto desprolija, alguna de ellas mirando a sus amigas con cara de
susto y otras sonriendo maliciosamente, todas ellas con sus bocas pintadas de
rojo pasión y mirando de reojo a través de sus húmedos ojos, tupidos de pestañas
postizas.
“Elvis Joaquín” volvía al grupo de sus amigos, arriba de sus
botas de tacones y ante la admiración de estos, peinando su jopo, miraba a
todos con aire de superioridad y daba el veredicto de su última conquista, que
podía ser para casarse, para un día, para un mes, para novia, o solo para el
baile, según el comportamiento de la niña en su primer round en la oscuridad,
luego de expresar su veredicto a la corte de admiradores, se recostaba en su
silla una pierna sobre otra y con una cerveza en la mano, entrecerrando sus
ojos para poder enfocarlos mejor, se dedicaba a observar nuevamente el panorama
de mujeres, a medida que descartaba a las niñas, iba subiendo a las de mayor
edad, eso para él no era un obstáculo.
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