martes, 16 de septiembre de 2014

¿Te acuerdas de Emilio Salgari?

Emilio Salgari, el ídolo de mi infancia, hubo una época en que mi mejor regalo de cumpleaños era uno de sus libros.
 Creador del invencible Sandokán, el tigre de Momprasén y su inseparable amigo portugués, Yáñez. Debido a la trágica muerte de su enamorada, la distinguida Inglesa, Lady Mariana Guillonk (la perla de Labuán). La vida de Sandokán es marcada.
 El nacimiento de Sandokán fue a partir de entregas periódicas en el periódico Veronés “La nuova arena”. Debido al Éxito, le propusieron a Salgari seguir con el personaje en una novela y vaya si tenían razón.
 A lo largo de su vida, este sí que se puede llamar prolífico escritor, escribió la friolera de, ochenta y cuatro novelas, si ochenta y cuatro, aparte de incontables relatos y artículos en diarios y revistas.
 En esa época los súbditos ingleses, leían toda la narrativa en la que se glorificaba su sistema de política colonialista. En cambio el héroe de Salgari era un príncipe de Borneo, desposeído de su trono por el colonialista imperio Británico.
 Sus ansias de lucha por la reivindicación y odio al colonialismo lo llevan a pelear a la India. En otra línea narrativa, que con el correr de los libros, luego se hacen una.
 En la inmensa India, sus antológicas peleas se desarrollan contra los malvados Thugs, adoradores de la sangrienta diosa Kali.
 También se mudó al caribe, donde escribió sobre piratas, allí el protagonista fue el noble Italiano Emilio di Rocanegra, señor de Ventimiglia, “El corsario negro”.
 Su enemigo en las calurosas Antillas, era el flamenco Wan Guld, gobernador de Maracaibo, que ahorcó sin piedad a sus hermanos “el corsario verde” y “el corsario rojo”. El corsario negro, pese a todo, se enamora de la bella hija de su enemigo Wan Guld, con la que vive un corto idilio.
 Y así podríamos seguir contando la historia de todos estos y muchos más personajes de Emilio Salgari, pues ellos recorrieron con sus aventuras todo el planeta, y todo esto lo vivió desde su escritorio, con pluma y tintero, imagínense si hubiese contado con toda la tecnología e información de hoy en día.
 Él nunca viajó, aparte de algunos meses de navegación por el Adriático, su sueño era ser marino, pero nunca lo pudo cumplir. Aunque no podemos decir que no viajó por el mundo, e hizo soñar a millones de jóvenes, tengamos en cuenta que algunas de sus novelas tiraban cien mil ejemplares en cada edición, de todas maneras nunca fue un escritor adinerado. Para ejemplo tenemos la carta de despedida que dejó antes de quitarse la vida, también como si fuera en una de sus novelas. Se abrió el vientre, practicando el rito Japonés Seppuku, más conocido como el Harakiri. Al lado suyo dejaba la siguiente carta a sus Editores.

 “A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una contínua semimiseria, o aún peor, solo os pido que en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma. Emilio Salgari”

Vaya para usted, mi admirado Emilio Salgari, este pequeño recordatorio, agradeciendo, las horas vividas, leyendo las aventuras de sus personajes, que me enseñaron a soñar.

 Fernando Martín Royo

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